Y volver a ganar
Lejos de los mundos ideales, el Shangri-la, hasta que llegó la opinión pública, de un seleccionador, es el poder elegir entre un cúmulo de mejores. Por eso la preselección de 30 para que luego sean 23 ha de tomarse en las selecciones grandes (y perdone la FIFA por aquellos que ganen el Mundial) como el crear un enfrentamiento en algo –lo único- que los españoles podían estar a día de hoy de acuerdo. Cada convocatoria, cada selección dentro de la Selección divide al pueblo y de este modo hay quien quiere que pierda, como hay quien quiere que esta lista hubiera sido mejor elegida en asamblea ahora que es menester. Pero no es el caso.
Vicente del Bosque ha elegido a 23 jugadores, con esa exquisita argumentación que te da una Eurocopa y una Copa del Mundo que venimos a defender, por cierto. No es una llamada al patriotismo ni al chauvinismo futbolero: son los que están y no hay más. Ha de acabarse el movimiento asambleario y quien se alegre de la eliminación: bájense del carro antes de que arranque. A nivel de noticias sólo hay dos: que Diego Costa y Juanfran serán parte contratante de la primera parte.
Fuera se quedan, por dolencia general, Carvajal y Navas. El primero, un futbolista impecable en la recta final de temporada, con una final de Champions excelsa y un saber encajar el «no ir» casi ejemplar: «agradecido de haber estado entre los 30». Una frase que hace grupo. Lo de Navas se presenta como la opción más discutible. Quizá era el único que podría haber aportado un desborde en caso de necesidad del juego concebido. Y no llegará el caso, ojalá.
Solidez y buen hacer
La portería de España, con la triste noticia de la ausencia de Valdés, son todos los que están pero no todos los que son. Casillas será –una vez más- el encargado de aupar al equipo a sus hombros. Tan incoherente es el dudar de él como lo es erigirle en un santo que ya anda cansado y con un halo que brilla menos de lo que brilló. Tras él, De Gea y Reina. A este último se le ha tachado de mucho en la temporada en la que ha sido más portero. O portero sin más. De David de Gea todo son buenas esperanzas, demostradas en categorías inferiores del combinado nacional. Suplentes de lujo. No sabemos quién ocupa el dos o el tres.
La defensa de España del 14, y la de hace mucho, son (o serán) los romanos de La vida de Bryan. Sergio Ramos ha de suponer, en su final de temporada pletórico, sublime, monumental, como el principal eje no dispuesto a achantar. Junto a él, Azpilicueta. Hubo momentos de dudas de si iría o no, pero ya no ha sido tanto su intercambio de bandas sino una temporada majestuosa. Albiol y Javi Martínez son el buen hacer, en el buen sentido de la palabra y ante una defensa, por qué no decirlo, que es la línea en la que entran menos dudas de convocatoria. Piqué, por ejemplo. No es su mejor momento y lejos está de serlo: llega tarde o muy y hay gente llamando a su puerta. El último es Juanfran, pero no menos importante. Juanfran aportará llegado el caso unas llegadas como las aportadas al campeón y reitero, no sustituye a nadie. Sólo es el elegido.
Un centro de estrellas
El inicio del artículo bailaba en la dificultad de decidir y esto, a nivel futbolístico, supone una lucha encarnizada por el centro del campo de la Selección. Iniesta «de mi vida», coronado una vez más y a su pesar, como la manija. Un gol en el 116 nos hizo los más felices. Del mundo. Junto a él estará su Chip, su Jerry, su Zape. Xavi Hernández acude por una cuestión de normalidad, tanto, como el saber estar.
La contingencia dependerá de tipos tan rocosos como colaborativos con su club. Y no porque les paguen, que también. Xabi Alonso y Busquets. Busquets y Xabi Alonso. Al que esto escribe solo ve un problema de ellos: que jueguen a la vez. Ahí las pasaríamos putas, hagan caso. Por delante Juan Mata y su final magnífico. Koke, y su temporada magnífica y Cazorla, siempre magnífico.
Y que no llegan
Es el ladillo ideal. Nunca nos fiamos de nuestros delanteros y maricón quien corra. He preferido dejar a Cesc en esta tesitura por justicia poética: de falso 9. Tan falso y tan necesario en el último triunfo. Un amigo me decía hoy que quizá el Barça de hoy no sea para él; magnífico, porque nos encanta el Cesc anárquico. Pedro anda en su temporada más irregular y sube como baja, pero con la selección siempre sube, como Cazorla. Hay que desquitarse y por eso llega el momento. Su momento.
Para la punta hay mosqueteros. Sería injusto con Torres si no dijera que no es santo de mi devoción, como Villa, pero paso por paso. Son tan necesarios como desesperantes. Representan a esos niños cojoneros que no distinguen el chupa-chups de la piruleta y eso, a destiempo, desespera a cualquiera. Pero están. Incluso llegan a comprometerse como profesionales. España ha hecho lo mejor de Villa y lo mejor es mejor con mayúsculas. Ni Valencia, ni Barça, ni Atleti. Entregado a todos ellos, entregable a la Selección. De Torres le dijo Petón a mi amiga Tania que nunca se prescindiría y así ha sido. Es un balón de helio cuando necesitas oxígeno. Aire, al fin y al cabo.
Diego Costa en una parrilla. Un compromiso firmado por ambos, un cheque en blanco seleccionador-jugador. Una sentencia a muerte, no olvidemos, para su familia. Por algo será. Egoísta al extremo, llegó a perjudicar al Atlético de Madrid en Barcelona y Lisboa pero hay un ansia que ansían los entrenadores: su ansia. Es de callar bocas y esperemos que su maltrecha pierna así lo haga.
Historia
Estas son las figuras pintadas a mano que España manda para la conquista. Hubo un tiempo en el que creíamos que nuestras fichas eran menos válidas que las del resto y que Luis Aragonés dio la vuelta a nivel moral: ustedes pueden. Y pudieron. La cita de la Selección es con la historia y si, llegado el caso se ganara el Mundial, en cuatro años sería otra vez y así hasta que se perdiera. O no. Porque desde el principio quedamos en hablar en positivo y las barreras se centraron en el que no ganaron, en los que cayeron, quienes no consiguieron. A fin de cuentas solo es fútbol pero es bonito acordarse de las malas y las buenas. Porque si Hacienda «somos todos», la Selección, también.
Darío Novo / @DarioNovoWeb