Llámalo X
El verano nos aleja de las personas a las que normalmente tenemos cerca y las conversaciones se vuelven cortas pero intensas vía la red social que toque en ese momento. Sigo en Francia y el gato me sigue maullando.
Nunca he hablado de amor en este blog, no me parecía un tema lo suficientemente serio, sin embargo, en esas conversaciones intensas de las que hablo siempre surgía el tema, siempre, en cada una de ellas. Nunca he hablado de amor porque me parecía que había mucho de lo que hablar antes que del novio de turno, pero no, creo que estaba equivocada. Como una buena compañera repite en todas las asambleas “lo personal es político” y qué razón tiene. No nos damos cuenta pero el tipo de relaciones que tenemos no es más que el producto de las sociedades a las que, sintiéndolo mucho, pertenecemos.
Para una feminista (como yo) es difícil encontrar el punto medio entre querer a alguien de una manera sana y no caer en el tópico del amor romántico que tan tóxico y dañino termina resultando para parejas y personas. Y vuelvo a esas conversaciones intensas porque al fin y al cabo son las que han inspirado que me ponga a percutir las teclas de mi ordenador. Frases como “luchar por lo nuestro”, “aquello fue una prueba”, “demostrar que podemos estar juntos”. Prometo que se me revolvía el estómago al leerlas o escucharlas. No sé, igual tengo una idea diferente de las relaciones, una idea en la que todavía sigo trabajando y que ha cambiado junto a mí. Aquella comparación histórica de amor y guerra es una patraña, en el amor no se lucha, en el amor se está si quieres y si no, pues no. El amor no se trata de pruebas ni de demostrar, el amor se trata de ser feliz, de quererse, de cuidarse. Si una relación es una carrera de obstáculos en la que todo son dificultades y pruebas para pasar al siguiente nivel es muy probable que lo que tú tengas sea una gymkana y no una relación.
Cuánto daño han hecho las princesas Disney, las películas románticas y las canciones martilleantes. Nos enamoramos de la idea del amor, más que de la propia persona, nos construimos castillos en el aire, moldeamos a la persona que tenemos en frente pensando que cabe en el molde que fabricamos para él antes incluso de conocerle y nos enfadamos cuando vemos que no encaja. Y es que el amor no encaja porque el amor no es un puzle, no creo en medias naranjas, ni almas gemelas, ni hombres de mi vida. Creo en seres individuales que se respetan, se quieren, se cuidan y se hacen felices. Eso de complementarse, de tú sin mi o yo sin ti… eso no es amor, eso, eso se llama dependencia.