Invierno y psicología
El clima tiene un efecto en las personas y en sus estados anímicos. Por ello, se prefieren temperaturas medias y días de sol, donde se asocie el dormir con las horas sin luz.
Sin embargo, en España durante el invierno las horas con luz pueden finalizar a las 6 de la tarde; con respecto a los veranos, el ocaso serían las 10 de la noche. Y esta variación se nota en nuestro cuerpo y nuestra psiquis.
Si la intensidad del malestar es leve o moderada no se desarrollaría un trastorno, pero si somos vulnerables a estos ciclos de luz y oscuridad podríamos desarrollar un “trastorno afectivo estacional” o “depresión de invierno”, caracterizándose por la presencia de los mismos síntomas que una depresión del estado del ánimo común: desesperanza, falta de energía, dificultades de concentración, tristeza, irritabilidad pero añadiéndole signos específicos como somnolencia, por haberse incrementado la secreción de melatonina o subida de kilogramos, asociado a un mayor hambre de dulces y carbohidratos.
Además, podemos ser testigos de cómo al comenzar la primavera van siendo más leves la mayor parte de estos padeceres, viendo entonces como quedan circunscritos a la estación invernal.
El ser humano tiene un reloj biológico regido por cambios asociados a la luz solar. Cuando hay menos luz solar nuestro reloj biológico cree que es la hora de dormir y por ello produce más melatonina, hormona que nos ayuda a mantener y conciliar el sueño en el descanso de la noche.Los estudios exponen que éste trastorno se relaciona con alteraciones de la melatonina y la serotonina.
Y a la inversa, cuando amanece o hay más luz solar, el reloj biológico vuelve a parar la producción de melatonina y empezamos a “desperezarnos” y a estar más atentos.
Esta es la explicación de por qué es la somnolencia una señal clave dentro del trastorno afectivo estacional.
Diversas investigaciones afirman que en latitudes altas, los países como Suecia, Noruega, Finlandia, Dinamarca Suecia tienen un alto índice de depresión estacional. ¿Por qué? Porque tienen inviernos muy largos con extensas noches. Por ejemplo, Oslo, capital de Noruega, tiene una media de 5,5 horas de luz en los días de invierno y en Laponia no se pone el sol en todo el invierno.
También se ha relacionado el trastorno afectivo estacional, con los tipos de edificios en los que trabajamos
También se ha relacionado el trastorno afectivo estacional, con los tipos de edificios en los que trabajamos, ya que si hay luz artificial exclusivamente podríamos tener las mismas carencias que aquellas personas que viven en países donde no hay apenas luz solar, teniendo peor rendimiento y mayor cansancio.
Otro neurotransmisor fundamental en nuestro reloj biológico es la serotonina que regula el estado de ánimo y que se sintetiza a través de nuestra alimentación siendo menor en el invierno, y relacionándose con la apetencia alimentaria y la satisfacción. Por ello, el consumo de carbohidratos y “azúcar” aumentaría su síntesis.
Se sabe que la fototerapia es una propuesta para el tratamiento de este trastorno, consistente en darse durante 30 minutos todas las mañanas rayos de una lámpara de luz a 10000 lux, además de un tratamiento psicológico convencional donde poder desarrollar estrategias específicas frente a este tipo de depresión.
Artículo publicado en EFE Salud