La Villa de Pedraza y su noche de las velas
Pedraza es un pequeño pueblo de Segovia, situado a unos 40 km de la capital que no cuenta con más 500 habitantes, se trata de una villa medieval amurallada, que se encuentra en un excelente estado de conservación y en la que se realizaron obras con una cuidada rehabilitación por lo que se ganó el galardón de Conjunto Histórico.
Aparte de su gastronomía y su castillo museo de la familia Zuloaga, Pedraza es conocido por sus «Noches en vela» acontecimiento muy especial ya que los dos primeros sábados del mes de julio atrae a centenares de visitantes para asistir a un acontecimiento muy especial. El pueblo se adorna con más de 45.000 velas y se suprime la luz eléctrica.
Durante esos dos fines de semana el pueblo entero es adornado con velas que vecinos y visitantes van encendiendo durante el transcurso de la tarde. Al llegar la noche todas las luces de alumbrado público cesan, se cierran las ventanas de los hogares, patios plazas y jardines y los negocios se apagan para que sólo sea la luz de las velas la que ilumine las calles empedradas de este pueblo medieval, creando un ambiente único.
La magia comienza cuando la Fundación Villa de Pedraza reparte miles de velas entre los vecinos que se encargan de colocar las candelas por las calles y mantenerlas encendidas durante toda la noche.
Además, se celebra un Concierto que a la luz de las velas le hace aun más armónico y parece que la música se oiga mucho más melódica. Este año fue en La explanada del castillo de Pedraza. El nuevo emplazamiento brindó al espectador una formidable panorámica con la fachada de la fortaleza, sede del Museo Ignacio Zuloaga, iluminada por velas y antorchas ya que el concierto se trasladó de la plaza Mayor a la explanada junto a la fortaleza. Además, por primera vez en sus 23 años de historia, el público pudo escuchar música clásica de cine a cargo de The Soloists of London.
Pedraza es un pueblo muy pueblo pequeño y se llena en muy poco espacio de tiempo por lo que es aconsejable llegar antes del atardecer para poder aparcar más o menos cerca. Y aprovechar para poder contemplar el cambio de luz del atardecer.
También es recomendable hacer la reserva previa en alguno de los coquetos restaurantes del municipio para no tener problemas a la hora de reponer fuerzas, son muchos los que ofrecen a los viajeros sus mejores viandas y típicos platillos segovianos, y exquisiteces dulces regados con un buen vino como los de Sepulveda, o de Las bodegas con más nombre, Malaparte, Redreja, Ad Libitum, Vagal… aunque hay que tener cierto cuidado al elegir mesón en cuestión, ya que también los hay poco recomendables y no por su menú sino por su personal, que parece no entender que viven del turismo.
Una vez llegados a Pedraza y si la organización del tráfico por parte de los encargados del orden circulatorio (Guardia Civil) lo permiten, se puede intentar estacionar en alguna de las empinadas calles que hacen sufrir los embragues de los recalentados vehículos o desviarnos a los aparcamientos disuasorios que no son más que grandes campas establecidas a tal efecto, pero que nos ofrecen una preciosa vista panorámica de la Villa, con su Iglesia, el castillo de Pedraza o la única puerta de acceso a la villa que data del S. VIII y es su único acceso y por supuesto las cigüeñas en su campanario.