De cursos y de verano. Día 1: Dos franceses, un peruano y un español
Los Cursos de Verano de la Universidad Complutense de Madrid llevan revolucionando San Lorenzo de El Escorial desde hace 31 años. Con su comienzo, los caminantes se dividen en dos grupos: los que tienen acreditación y los que no. La acreditación, no obstante, guarda cierto recelo entre los parroquianos locales que observan, como seguratas, a quienes entran en el bar con ella pero no acaban de entender lo de ponente y estudiante. Los malos o los buenos. Si existen. El resto del año identificar al capitalino es más sencillo y lo hacen con la sencilla fórmula de que son quienes no cierran la puerta al salir.
Como novatos al póker, los partidos que han salido o entrado en el juego del neobipartidismo muestran sus cartas a la primera de cambio y el primer día suelen darse cruces de pasillos histriónicos cuando no colas en la sala de canutazos que, con la salida del Euroforum, ha cambiado un amplio hall por una estancia decimonónica de cuadros que observan y sillones en los que da pena sentarse.
Pablo Iglesias ha sido el primer importante en comparecer -también estuvo la Ministra de Trabajo pero hablamos de importantes- con su primo de Zumosol, Jean-Luc Mélenchon, número uno de la Francia Insumisa. Frente al habitual tono de Iglesias que desde que dejó La Sexta parece enfadado con el mundo, Mélenchon es un tipo como dibujable. Ambos llegaron juntos y revueltos para ciscarse en Europa.
A Pablo Iglesias le sucede, por esa sensación de todólogo ganada a pulso, que las preguntas en los canutazos le son una partida al Geoguessr. Describió su curso («es necesario establecer alianzas en Europa que defienden los derechos sociales, civiles y humanos»), elogió al Gobierno («en España se inaugura una época en la que hay por fin un gobierno parlamentario»), hablo de RTVE («lo importante es que deje de ser un aparato de propaganda del partido gobernante») y cómo no podía ser de otra manera del traslado de los restos de Franco («los gobiernos no pactan con familias») y de los chicos de Génova («el único que puede regenerar el PP fue el informático que formateó los discos duros de su sede»).
Estos días los periodistas vivimos aquí con previsiones oceánicas que cambian según avanza el día. Rafa Mayoral cancelaba su visita de la tarde. Ángel Garrido no acudirá el jueves porque hay Pleno en la Asamblea y Floriano sustituirá a Hernando mañana, no sabemos si con gafas graduadas o sin ellas. Hoy también vino Fernando Savater con quien últimamente comparto espacios lo que me hace pensar cuándo me llegarán las cintas de Hannah Baker.
Del catering
El primer día se lleva también a cabo la inauguración que es principalmente el día que hay catering. Es la principal noticia porque en la presentación estuvo Vargas Llosa que es a los veranos de San Lorenzo y a los Cursos, como al estío normal las chanclas, el Tour, el cubo y la pala y las piscinas. Vargas Llosa pasea por los pasillos complutenses como si el Nobel fuera un trofeo de lanzar huesos de aceituna, con una normalidad de tedio, de Ben Hur emitida por milésima vez.
En el estreno ha estado acompañado por Manuel Valls, ex primer ministro francés. El aura del evento tenía un tono anaranjado salvo por el traje del moderador de la charla, Juan José Armas Marcelo, que vestía de riguroso blanco mimetizable con el cartelón de atrás que igual sirve de fondo para los canutazos que de cinta para reservar los parkings.
El peruano y el francés, sumados al francés de la mañana que acompañaba al español, recuerda a ese inicio de chascarrillo que hace comparaciones entre países.
-«Hace años, hubo aquí más de 200 cursos y ahora 70. Ahora viene estos cuatro y antes el Presidente del Gobierno de turno era el menos conocido», me dicen un par de vecinos al verme con la acreditación.
Y es que la ‘mise en scène’ de los pasillos, tan histriónicos ellos, no impide la realidad del doloroso chiste en el que, la dosis de realidad la aportan, una vez más, los bares.