Historia, cultura y naturaleza en el corazón de los Balcanes
Historia, cultura y naturaleza en el corazón de los Balcanes Un recorrido por Serbia, Montenegro, Kosovo y Albania Poco a poco se comienza a viajar con timidez y mucha precaución. Es cierto que el ‘confinamiento’ que supone meterse muchas horas en un avión, con mascarilla y guantes, casi sin comida y bebida, sin periódicos ni revistas, hablando lo justo y solo con los conocidos, pidiendo la vez para ir al servicio… no es el mejor plan. Volar, desde hace tiempo, no es lo que era, pero en la época post-coronavirus, puede convertirse en un tormento. Pero los buenos viajeros están acostumbrados a sufrir de vez en cuando, a tener paciencia, a disfrutar incluso en las situaciones más incómodas, y aun así los destinos lejanos siguen siendo una tentación que justifica cualquier sacrificio. Este circuito turístico que proponemos al lector/viajero tiene una duración de 12 días y combina visitas a ciudades y recorridos en parques naturales, alguna que otra caminata en plena naturaleza apta para todos los públicos y con muy poco desgaste físico. También se incluyen los vuelos, y unos cómodos y bien ubicados alojamientos. Pero hay que tener en cuenta que el itinerario transcurre por zonas poco habituadas al turismo internacional y en algunos casos los estándares de calidad locales no se parecen mucho a los nuestros. El viaje incluye algunas comidas y cenas así como visitas y excursiones con guía de habla hispana. Tres joyas de los Balcanes Un extraordinario ejemplo para descubrir algunos de los rincones más interesantes de Europa es la antigua Yugoslavia. Uno de los pocos caminos aún poco trillados por los viajeros en una zona segura donde el coronavirus apenas ha tenido incidencia y ahora se muestra controlado. Todo lo que parecía unificado en los viejos tiempos de la República Federativa Socialista de Yugoslavia se fue desgajando, no sin duras pruebas y guerras fratricidas, hasta dar lugar a distintos países con su propia identidad: Eslovenia, Croacia, Bosnia-Herzegovina, Montenegro, Macedonia del Norte, Serbia y Kosovo. Junto a sus vecinos en los Balcanes, Serbia, Montenegro y Kosovo son algunos de los países más desconocidos del continente europeo. Con notables diferencias culturales entre ellos, estos territorios comparten una historia común aún muy patente en las calles de sus pueblos y ciudades. Pero entre unos y otras se encuentran valles, ríos, cascadas, lagos y montañas, majestuosos parques naturales y lugares históricos de un país que ya no existe, descubriendo un impresionante patrimonio cultural y natural fuera de las rutas turísticas habituales El viaje de 12 días que proponemos, permite visitar Belgrado, Podgorica y Pristina, tres capitales muy distintas entre ellas pero con una historia común. Recorriendo sus calles se descubren distintos escenarios y perspectivas sobre la historia de los Balcanes. También se podrá caminar por los espacios naturales más espectaculares de los Balcanes, pasando por los escenarios más bellos de la región. Inicio en Serbia El recorrido comienza en Belgrado, la capital de Serbia, conocida como «la Puerta de los Balcanes» y una de las ciudades más antiguas de Europa y con una larga historia de invasiones y destrucciones, de modo que se cuenta que ha sido arrasada y reconstruida hasta 38. Una de las cosas que da a Belgrado una identidad única es su ubicación en la confluencia de dos grandes ríos, el Sava y el Danubio, con paseos populares y muy agradables en sus orillas. Esta es una zona bordeada de parques, salpicada de muchos restaurantes y cafeterías, la mayoría de ellos en barcazas, con impresionantes vistas del río y la ciudad. Con obras creadas por reconocidos artistas callejeros serbios e internacionales, el distrito de Savamala, ubicado a orillas del Sava, es una zona bulliciosa llena de galerías, centros culturales y cafeterías con música en vivo. Otra zona que no hay que perderse es Skadarlija, una calle llena de bares y cafés, y punto de encuentro para muchos artistas del país. En uno de los restaurantes de la zona se hace la primera comida del viaje para tomar fuerza y disponerse a visitar algunos de sus lugares de interés como la plaza principal, la calle Knez Mihailo, la fortaleza de Kalemegdan y la antigua ciudadela. Monumentos e iglesias han dado forma a una ciudad interesante, a través de una mezcla de diferentes culturas e influencias y se han convertido en símbolos de la ciudad por derecho propio: el Víctor, el Monumento al Príncipe Mihailo o el Palacio Blanco, son testigos de la turbulenta historia de Serbia y su capital. La actual Belgrado está repleta de nuevos lugares de reunión urbanos para jóvenes que buscan diversión y eventos culturales y artísticos. Desde Belgrado se visita también la ciudad de Subotica, con espectaculares edificios modernistas y tras una breve parada en el lago de Pálic, el lago natural más grande de Serbia, Novi Sad, también conocida como la “Atenas de Serbia” por su importancia cultural en el país. La capital de Vojvodina, la provincia del norte de Serbia, conquista por su ambiente relajado, su espíritu universitario y ambiente juvenil. En 2019 fue designada Capital Europea de la Juventud y será una de las próximas Capital Europea de la Cultura en 2021, junto con Timisoara (Rumanía) y Elefsina (Grecia). Ya en el tercer día de viaje toca entrar en contacto con uno de los grandes atractivos de este recorrido: la exploración de sus riquezas naturales. La ruta lleva al suroeste de Serbia y de camino hay que detenerse en “La Puerta del Podrinje”, un mirador desde el que se puede observar Bosnia y Montenegro, para seguir hacia la localidad de Bajina Basta, un pintoresco pueblo que servirá de base para explorar el P.N. de Tara y donde llama la atención la curiosa “Casa en la roca”, una casa en medio del río que se ha convertido en uno de los iconos del río Drina. El recorrido caminando por Tara permite disfrutar la vasta extensión del bosque, el impresionante cañón del río Drina, los lagos artificiales y la diversa flora y fauna que se combinan para crear algunas escenas realmente cautivadoras en el monte. No hay que perderse uno de los miradores más impresionantes de Serbia, el “Banjska stena”, que ofrece unas majestuosas vistas del cañón del río Drina. Llegada a Montenegro Queda todavía mucho que ver en el Parque Nacional Tara, como el pequeño lago Jarevac y el Monasterio de Stanovi, terminando en el mirador de Crnjeskovo, con vistas maravillosas a la garanta del río Raca, el valle del Drina y la población de Bajina Basta. Tras la caminata, se continúa hacia Mokra Gora para tomar el tren »Sargan eight», inaugurado en 1925 para conectar los pueblos de la zona salvando las montañas, uno de los momentos más emotivos del viaje. Tras un largo periodo de tiempo fuera de servicio, hoy en día vuelve a ser posible realizar un tramo de su trayecto total, atravesando 22 túneles a través de montañas y valles espectaculares. Una vez finalizado el trayecto, se visita Drvengrad, una recreación de un típico pueblo de montaña serbio. Tras los breves trámites fronterizos se penetra en Montenegro y casi enseguida se contempla el puente de Djurdjevica Tara, cargado de historia que cruza el río Tara, en un entorno maravilloso, para poco después llegar a Durmitor, el mejor escenario de bienvenida a Montenegro. Altos riscos –especialmente el macizo Durmitor, que le da nombre–, bosques, profundos cañones, lagos y cuevas glaciares, como la célebre Cueva de Hielo, se reúnen en esta reserva natural Patrimonio de la Humanidad que ocupa el interior montañoso del país. El Parque Nacional Durmitor es una de las mayores colecciones de paisajes donde se unen una masa asombrosa de lagos relucientes, cimas de montañas espectaculares, vegetación verde y el cañón más profundo de Europa. Unos cincuenta picos más altos que 2.000 metros sobre el nivel del mar se elevan sobre mesetas, prados alpinos y bosques que cubren el paisaje. Una impresión especial es la creada por 18 lagos glaciales, llamados «ojos de montaña», ubicados a 1.500 metros sobre el nivel del mar. El más grande y bello es el Lago Negro, con un paisaje impresionante sobre el lago. Los elementos más dramáticos del espectacular paisaje de montaña son los profundos cañones de los ríos, sobre todo el famoso desfiladero del río Tara, que con 78 kilómetros de longitud y 1300 metros de profundidad, hacen de él el más profundo de Europa y el segundo del mundo tras el Gran Cañón del Colorado. El río Tara es quizás uno de los últimos oasis de naturaleza intacta, caracterizado por sus aguas cristalinas, por lo que a menudo se le llama «La lágrima de Europa» y considerado el mayor depósito europeo de agua potable. Después de la inmersión de naturaleza y caminatas de estos días, toca de nuevo ambiente urbano en el sexto día de viaje. Podgorica la capital de Montenegro, se sitúa también, como Belgrado en la confluencia de dos ríos, en una llanura con las montañas ya lejanas cerrando el horizonte. No hay mucho que ver debido a la destrucción durante Segunda Guerra Mundial. En el centro histórico destacan la Catedral de la Resurrección de Jesucristo, con sus espectaculares pinturas interiores y esculturas en el interior, el puente Milenium que une las dos riberas del río Moraca, y el símbolo de la ciudad, la Torre del Reloj, se visita también la plaza Becir Beg Osmanagic y la plaza Republica. El barrio otomano de Stara Varos con su mezquita y el castillo de Tvrdava Ribnica es una de las zonas más bellas de Podgorica. Tras las visitas, salida hacia Kolasin. En ruta se para a conocer el Monasterio de Moraca, joya del arte sacro ortodoxo que antaño se ocultaba en el cobijo que le proporcionaba el cañón que lleva el mismo nombre, ahora accesible por carretera. A última hora, se llega hasta Kolasin, a las puertas del P.N. Biogradska Gora, una de las joyas de Montenegro, al que se dedica todo el día siguiente. En 4×4 se sube hasta el inicio de la próxima caminata, a 1800 m. de altitud hacia algunos de los picos más altos de Bjelasica; el Troglava (2072m), el Zekova Glava (2117m) y el Crna Glava (2139m). A lo largo de la ruta se pasa por uno de los miradores más espectaculares de Bjelasica, en el que se pueden ver todas las montañas circundantes y se llega a un mirador desde donde disfrutar una gran vista sobre tres lagos de montaña: Pesica, Ursulovacko y Lago Sisko. El centro del Parque Nacional de Biogradska Gora lo ocupa un lago glaciar al pie de la montaña Bjelasica que es el más grande y el más famoso de los siete diseminados por este espacio protegido. De aguas cristalinas, tiene una profundidad máxima de 12 metros y se brinda para un tranquilo paseo en barca. Rumbo a Kosovo Ya en el octavo día de este fantástico viaje, se sale de Kolasin para entrar en Kosovo, el país más nuevo de Europa, una tierra fascinante en el corazón de los Balcanes que recompensa a los visitantes con sonrisas de bienvenida, encantadoras ciudades de montaña, increíbles oportunidades de senderismo y monasterios con cúpulas del siglo XIII, rodados de arte medieval. Aún no reconocido como país independiente de Serbia por la mitad de las naciones del mundo, es perfectamente seguro y sigue siendo uno de los últimos destinos verdaderamente fuera de lo común en Europa. Tras los trámites fronterizos se continúa hacia las cascadas del Drin Blanco, dónde explorar la zona hasta llegar a la cueva dónde antiguamente nacía este río. Tras la comida en un restaurante a orillas del río Drin se continúa trayecto hasta Peja, una pequeña y curiosa ciudad a las puertas del P.N. Bjeshket e Namuna, con un antiguo bazar otomano reformado. A las afueras de la ciudad se visita el Patriarcado de Peja, con unos frescos que representan la máxima expresión del arte medieval serbio. Todo el día siguiente se dedica al parque nacional Bjeshket e Namuna, al que se llega por una carretera espectacular que atraviesa el Cañón de Rugova. El valle serpentea hacia el oeste desde Peja y va elevándose poco a poco hacia la frontera con Montenegro. Una serie de carreteras estrechas entran y salen de esta ruta principal, dando acceso a pastos altos de montaña, lagos glaciares y bosques de cuento de hadas. Este día se tiene la oportunidad de realizar una de las mejores etapas de la famosa Vía Dinárica. Saliendo desde nuestro alojamiento, nos adentraremos en el bosque por un sendero trazado entre la frontera de Kosovo y Montenegro, para terminar en un lago en el que, en los días de verano puede darse un chapuzón y cruzar, literalmente, la frontera de estos dos países a nado. Cerca del final del viaje, toca visitar Pristina, la capital del territorio Kosovar. Pristina es una ciudad con una historia viva, que queda patente en cada rincón de sus calles, pero también está cambiando a toda velocidad, llena de optimismo y potencial, con sus calles atestadas de tráfico y sus dispares estilos arquitectónicos. Es una ciudad abierta y cosmopolita, con un gran paseo con modernos bares y cafés y un pequeño mercado de fruta. En el centro, se visita la mezquita del Sultán Mehmed Fahtih, construida en 1461, ocho años después de la caída de Constantinopla, con bellas decoraciones florales pintadas y arabescos que adornan las paredes y el techo, y la estatua de Ibrahim Rugova. De camino a la puerta de salida de este viaje, en Tirana (Albania), todavía hay tiempo de visitar otra de las joyas de Kosovo, Mirusha Waterfalls, una cadena de cascadas que se encuentran en el río Mirusha, situado en el sur de las montañas Gremnik. El río Mirusha grabó un cañón de 10 km de largo y creó 13 lagos fluviales con 12 cascadas entre ellos. La cascada con la mayor altura es la que se encuentra entre el sexto y el séptimo lago, y tiene 22 metros de altura. Estas cascadas entre los lagos, junto con el impresionante paisaje y las rocas y cuevas alrededor de las cascadas, forman una vista abrumadora y presentan una atracción turística especial. Por la tarde de este último día se llega a Tirana, apenas con tiempo de echar un vistazo a la capital de Albania, de moverse entre reliquias otomanas e italianas, en un trazado de bulevares flanqueados por minaretes y curiosas obras arquitectónicas que no se encuentran en ningún otro sitio. Con ganas de quedarse más tiempo, al día siguiente, el duodécimo de viaje, se regresa a España |