Etapa 18: Bardet vence en un combate nulo entre los favoritos

Es joven, estudia y levantó los brazos en la meta que coreaba su nombre golpeando las vallas de publicidad del último kilómetro de meta. Fue la corroboración de una estrella naciente con la que el aficionado al ciclismo francés quiere sentir empatía. La búsqueda del héroe. Hoy Romain Bardet abrirá portadas de periódicos, informativos e ilusiones: todos los niños quieren ser él.

Y no nos extraña. El joven de 24 años del AG2R tiene motivos de sobra para ser el ejemplo en el que se miren aquellos que aun no sepan montar en bicicleta. El año pasado, se coló en medio del caos de la carrera y logró ser quinto, el mejor de los mundos posibles. Ayer buscó de manera casi suicida la victoria en las subidas y bajadas de una etapa rompepiernas.

Bardet fue quemando kilómetros y ciclistas. Con una fuga casi desde el inicio, fue eliminando de manera sistemática corredores a medida que avanzaba la etapa. Por sus piernas pasaron franceses como Rolland, americanos como Talansky y Purito, nuestro Purito, que marcó una muy buena primera parte de la etapa que le permitió vestir por méritos propios el maillot de puntos rojos y que en un momento de la etapa dijo basta y cayó tanto, que pensamos que pedaleaba para atrás.

Por detrás, la lucha entre los líderes se dio bajo el guion marcado lo que hizo sonreir a todos y reir a Froome. Alberto Contador atacó desde muy lejos en el único puerto de primera del día, el Col du Glandon y le dejaron marchar. En este punto, Quintana se abrió para dejar paso a Valverde que hizo un gesto de como  no ir con él, como alguien que tiene un plan y lo ejecuta, paso a paso, como así fue. A pesar de descolgarse, del ataque de Nibali, de la respuesta de Quintana, del omnipresente Froome, Valverde se unió de nuevo a los mejores en la cima.

La caza a Contador fue lo siguiente y antes del ascenso a Lacets de Montvernier, una subida entre cuento de hadas, infierno de curvas y pantalla de Mario Bross. Nibali volvió a probar en su ansia por dar juego y vimos, o quisimos ver, a un Froome algo desgastado que pedaleaba de manera fea (¡cómo si supiera hacerlo de otra forma!) a cola del grupo de favoritos. Sin embargo el paisaje, volvió a lo terrenal y los muros así no marcaron distancias.

Tras el descenso, al llegar a meta, los favoritos se pusieron ocupando todo lo ancho de la calzada. Se levantaban sobre sus bicicletas y se miraban retadores. No hubo codados ni sprints, sino una llegada al unísono jaleados por el público o por el eco que dejaron los gritos de la llegada del único héroe del día: el joven Bardet.

 

Darío Novo