Y el lobo llegó
Sabemos hoy que Seguridad Nacional, órgano institucional dependiente del Gabinete de Presidencia, que tiene encomendada la misión de asesorar al Presidente del Gobierno y la función de seguimiento y gestión de crisis, alertó a Pedro Sánchez Pérez-Castejón, al menos en O-N-C-E ocasiones, de la amenaza de la COVID-19, entre enero y marzo.
Sobra decir que a todos aquellos avisos, procedentes de quienes tenían la responsabilidad de velar por la seguridad de todos los españoles, no se les dio la importancia que, como tristemente hemos comprobado después, tenían.
Ignorar todas aquellas advertencias debería ser motivo más que suficiente y prueba definitiva de la negligencia presidencial, de la de su numeroso equipo de gobierno y de la de sus batallones de asesores, para exigir responsabilidades y señalarlos a todos ellos como “culpables”, por omisión de la propagación incontrolada de la pandemia, que a día de hoy y obviando las cifras oficiales, se ha llevado por delante a más de 53.000 españoles.
No cargarán con esa responsabilidad, al menos penalmente, por el hecho de que la Fiscalía del Tribunal Supremo, dependiente de la Fiscalía General del Estado, al frente de la cual colocó Sánchez a la que fuera su Ministra de Justicia, “Lola” Delgado, ya entregó su informe solicitando que no se admitiera la veintena de querellas contra el Gobierno de Pedro Sánchez por la lamentable gestión de la pandemia.
Una gestión reprobable que no sólo le han venido echando en cara sus adversarios políticos y quienes votaron a partidos distintos a los dos que gobiernan, sino reputados científicos, expertos reales y voces autorizadas de todo el mundo, que aún sigue asombrado viendo que nuestro país es el peor país de Europa en la gestión de la pandemia.
Y siendo grave la falta de decisiones iniciales, no lo fue menos “lanzarse a la piscina”, ante la estatua del socialista Ramón Rubial, en Bilbao, el 5 de julio, cuando, embargado por la emoción electoral, Sánchez proclamó una nueva “mentira” a los cuatro vientos “Hemos derrotado al virus, controlado la pandemia y doblegado la curva”.
Utilizando un símil sanitario, se dio de alta al enfermo sin tener la certeza de que estuviera curado y no lo estaba; como hemos podido comprobar, como seguimos viendo cada día, no estaba curado; no derrotamos al virus entonces, no llegamos a tener controlada la pandemia y qué decir de las curvas y de las segundas olas…
Aquello nos ha traído hasta aquí, de nuevo con ciudades y pueblos confinados, con la actividad económica ante una grave encrucijada y lo que es peor con un incremento constante de contagios, que pronto superarán el millón y un goteo de muertes que no parece tener fin.
Nos mantuvieron demasiado tiempo como al rebaño que pasta confiado en el prado porque piensa que son otros los que velan por la seguridad; no escucharon las repetidas voces autorizadas que alertaban del peligro que suponía la proximidad de un “lobo” disfrazado de Covid-19.
Nos permitieron seguir como si no fuera a pasar nada y cuando menos lo esperábamos, el lobo llegó.