Recuerda…
La manifiesta incapacidad del “Doctor” Sánchez a la hora de reunir las ”simpatías” necesarias del resto de formaciones con representación en el Congreso de los Diputados, para lograr ser investido como presidente del gobierno de España, nos lleva irremisiblemente a unas nuevas elecciones.
No busquemos otros culpables, sólo él, se cansó de repetirlo, podía conseguirlo y por lo tanto es sólo él quien queda señalado como protagonista máximo del fracaso.
Se cruzan en estos días “insultos” gravísimos entre las dos formaciones que han estado, al menos aparentemente, negociando cómo repartirse el gobierno del país, cuántas carteras exigían unos y cuántas estaban dispuestos a conceder los otros.
Por parte de la “delegación” negociadora de Sánchez, Adriana Lastra ha hablado del “chantaje” de Podemos y al tiempo, Pablo Iglesias ha llamado, alto y claro, “mentiroso” al presidente en funciones.
En cualquier caso, desde que se produjeron los resultados, el pasado 28 de abril, ha llovido mucho, no sólo y por desgracia climatológicamente hablando, sino en lo que se refiere a los “tejemanejes” políticos.
Algunos creyeron que pasar de 84 a 123 diputados ya era una gran victoria y dieron por hecho algo que finalmente no ha llegado a buen puerto; olvidaron un detalle importante, era una victoria claramente insuficiente.
Lejos de la costa que significaba una mayoría, tenían la barca pero necesitaban la ayuda de otros remeros que unieran sus esfuerzos y les ayudaran a llegar hasta la orilla.
Visto en perspectiva parecía sencillo que dos fuerzas de ideología de “izquierda progresista” se entendieran a la perfección como auténticos camaradas y remaran juntos para amarrar la barca de Sánchez en los jardines de La Moncloa.
Algunos malpensados creyeron que no era dejadez el hecho de dejar pasar el tiempo y que aunque se hacía ver ante la opinión pública que se estaba tratando de llegar a acuerdos, que se negociaban parcelas de poder, que dos socios prioritarios estaban condenados, tarde o temprano a entenderse, en realidad no había un verdadero interés en hacerlo.
Esas “mentes retorcidas” han venido sospechando a lo largo de estos casi cinco meses de gobierno en funciones que el plan era bien distinto, que no había excesivo interés en que la “coalición progresista” fructificara.
Que la posibilidad de una victoria con un margen mayor, alentada por las encuestas, alguna de ellas hecha con el dinero de todos, aconsejaba ir a una nueva convocatoria electoral.
Pero tenía que “parecer un accidente”, poder culpar a Unidas Podemos y rasgarse las vestiduras ante la opinión pública, haciendo ver que se habían agotado todas las vías de entendimiento, pero que eran los negociadores del “Señor de la Navata” los que con su inmovilismo y su intransigencia eran los únicos responsables de una investidura fallida.
Cuentan que en la acera del capullo de rosa, hay quienes contienen la risa y alaban el ingenio de quien haya podido diseñar la “operación torero muerto”, que si sale bien, podría obligar a Iglesias a cortarse la coleta y a colgar sus trastos.
Hay malpensados, los hay sin duda, que no sólo ven bien la irrupción del “niño” Errejón en la campaña que comenzará en breve, nuevo en la plaza pero dispuesto a apartar del cartel a quien fuera su colega, sino que tienen el convencimiento de que en su afán por humillar a Iglesias, “animan” a que su “Más… madera” esté en las papeletas del 10 de noviembre. Sea como sea, gane quien gane, los españoles, acostumbrados a perder, ahora hemos perdido casi cinco meses y aunque por lo general somos muy dados al olvido, hoy, más que nunca conviene recordar y ser conscientes de que quien nos “lleva” a las urnas es… Pedro Sánchez.