No, no se romperá
Parece ser que el Pacto de Gobierno de Coalición suscrito en su día, entre el actual presidente del Gobierno de España y el que fue su vicepresidente, abrazo final incluido como broche de la escenificación, contemplaba, entre otras muchas cosas que aún no son públicas, que “ambas partes estaban obligadas a consensuar cualquier tipo de iniciativa antes de presentarla en el Registro de Entrada del Congreso de los Diputados».
No ha sido así con la ley de “Sisí”; el PSOE, acuciado por la silenciosa y constante pérdida de votos, a meses vista de las elecciones municipales y autonómicas, alarmado por el malestar y la indignación social producidos por la aplicación de la Ley Orgánica de Garantía Integral, ha decidido cambiar “su” ley y ha presentado “su” propuesta de reforma en el Registro del Congreso de los Diputados, sin contar con Unidas Podemos.
Una ley, que si bien ha sido vista por algunos como un empeño casi “personal” de la madre de los hijos del que fuera vicepresidente, recibió el visto bueno de TODO el Consejo de Ministros, ese “camarote de los hermanos Marx”, en el que además del presidente, había 17 ministros socialistas y 5 comunistas, el 6 de julio de 2021, tras promoverla al parecer sin excesivo “rigor” y sin haber escuchado a los “expertos, catedráticos y magistrados” (como ahora asegura el ministro Bolaños que se hará) que mostraron sus objeciones desde el principio.
Ley que llevada al Congreso, fue aprobada por 205 de los diputados (incluidos los 10 de C’S), con el voto en contra de PP y VOX (141) y tres abstenciones (2 de CUP y 1 del partido de Revilla PRC), el 25 de agosto de 2022.
Publicada en el BOE entró en vigor el 7 de octubre de 2022, desencadenando la mayor “ola” de reducciones de condena y excarcelaciones que se recuerda en la España democrática y lo que es aún más grave, seguirá haciéndolo hasta que el “remiendo” que ahora se prepara entre en vigor.
Conviene recordar que desde el PSOE, como en Fuenteovejuna, tras la aprobación, salieron todos en tromba a elogiar las “bondades del producto”, sin escatimar “piropos”, perfectamente sincronizados y como si hubieran “mamado” una misma consigna, repitiendo el mantra de haber logrado un “hito histórico”.
Cabe destacar las declaraciones del propio presidente del Gobierno, quien presumía de que con esta ley “España será un país más seguro” y cuando ya se producían los primeros efectos “indeseados”, goteo incesante de rebajas de pena y excarcelaciones, aún la defendía como “una gran conquista del movimiento feminista” y “una ley de vanguardia que va a inspirar otras leyes del mundo”.
Un fugaz arrebato de modestia debió impedirle asegurar que esta ley sería un nuevo motivo para incluirlo en las páginas de la historia; algo que por desgracia ya se da por descontado.
Y hoy mismo, cuando la indignación social sigue creciendo al mismo ritmo que los agresores sexuales ven aliviadas sus condenas (ya son 394 reducciones y 37 puestas en libertad) asegura, con solemnidad, que “era de sentido común resolver el problema en la ley”.
Es humano admitir los errores y tratar de enmendarlos; nunca es tarde si se recupera el sentido común que debió ser previo a semejante desaguisado.
Hoy es evidente que por más que, desde la parte socialista del Gobierno, se esfuercen en repetirnos que la coalición no se va a romper, la tensión, especialmente la dialéctica de la parte comunista es tal que se podría cortar con un cuchillo.
Las costuras que siempre han querido mostrarnos como sólidas, se han tensado y son ahora, aunque se resistan a admitirlo, un frágil remiendo de supervivencia.
Pero no, no se romperá la coalición porque socialistas y comunistas son conscientes de que si se acaba confirmando lo que mayoritariamente vienen indicando las encuestas, ambos estarían viviendo sus últimos meses en el Gobierno.