La orquesta
Hoy, cuando el mundo celebra el Día Internacional de la Música, viene que ni pintado referirse al principal partido de la oposición como gran una orquesta.
Una orquesta, compuesta por hombres y mujeres experimentados que saben cómo interpretar, con el instrumento que a cada cual le ha tocado en suerte, sus fragmentos de la partitura común para lograr el éxito general de la “sinfonía”, que muchos querrían poder escuchar ya sin más dilación, pero que tendrá que esperar a que lo decida Sánchez.
Mujeres y hombres que conocen a la perfección su papel, no pueden interpretar una versión encaminada a su lucimiento personal, sino armonizar el conjunto de sonidos para que el resultado, no sólo resulte agradable a los oídos, sino que sea capaz de cautivar al potencial auditorio, que los observa expectante.
En una orquesta no caben los egos ni los personalismos de quienes están bajo la batuta del director; todos han de estar a buen nivel para que no se aprecien altibajos, notas fuera de tono, sobreactuaciones, ni fallos estrepitosos, ni solistas que arruinen el esfuerzo de todos los demás.
El director no ha sido colocado caprichosamente en la peana desde la que supervisa a todo el conjunto; la batuta no se la ha comprado en un “todo a un euro”, aunque seguro que las venden; su capacidad de armonizar al conjunto y aspirar a lograr un resultado brillante es algo que ha “ganado” previamente.
Que Casado sea o no la persona ideal para dirigir esa orquesta es algo que ya se debatió en su momento y guste a todos o no, fue él quien logró el puesto en su disputa con Sáenz de Santamaría.
Es muy probable que a sus votantes y a muchos españoles, les gustaría tener un líder de la oposición más alto, más guapo, con un doctorado y seis másteres, dominador de las ciencias políticas, sociales y económicas, políglota, deportista, simpático…
Y entre quienes lo rodean, como ha sucedido siempre, es posible que haya personajes con más carisma, que despierten mayor simpatía o que sencillamente puedan estar tan capacitados como él para afrontar el reto de lograr que los españoles, cuando llegue el momento, opten mayoritariamente por darle su confianza y el honor de presidir el Consejo de Ministros.
No pueden ahora, sus propios compañeros de partido, deslumbrado alguno por éxitos puntuales, cuestionar su liderazgo y tratar de arrebatarle la batuta a mitad del concierto en el convencimiento de que arrastran mayores simpatías o serían capaces de lograr mejores resultados.
Curen su humildad y dominen sus “egos” quienes se creen “superstars”; dejen de remar contra corriente quienes piensan que todos los demás lo hacen en la dirección equivocada, abandonen la orquesta todos los que no se sienten a gusto interpretando la partitura que les han entregado.
No se conviertan en otra “orquesta del Titanic” viendo cómo su barco corre el riesgo de hundirse agrietado por discusiones sin sentido que no pueden conducirles a buen puerto.
De que todos actúen con armonía y responsabilidad, de que todos mantengan la cordura y la serenidad, dependerá que cuando se abran las urnas, se cierre esta página de socialismo/comunismo/populismo que nos ha tocado en “suerte” y se cumplan las predicciones que hoy por hoy les otorgan la mayoría de las encuestas.