Día nacional de las personas desaparecidas
La crudeza de las cifras señala que, sólo desde el año 2010 y hasta diciembre del pasado año, se han registrado más de 200.000 desapariciones de niños, mujeres y hombres en España.
Nos cuentan que a día de hoy, agentes de la Policía Nacional y de la Guardia Civil, dependientes del Ministerio del Interior, con la colaboración incondicional de los cuerpos de todas las policías locales y autonómicas, mantienen activa la búsqueda de más de 5.000 personas en España.
Que cada día siguen desapareciendo más de 70 personas, de las que entre dos y tres de ellas, lamentablemente nunca son encontradas.
Adultos, mujeres y hombres, que salen de su casa cualquier día, camino del trabajo, a hacer un trámite o la compra, a por tabaco o a dar un simple paseo y se esfuman agobiados por mil y un problemas, familiares, laborales o económicos, para los que no acaban de ver soluciones.
Adolescentes superados por los problemas cotidianos, las tensiones familiares, los estudios, el acoso de los compañeros, las primeras decepciones amorosas… que rompen con todo y ponen distancia de por medio, tratando de romper cualquier vínculo con su entorno, convencidos de que alejarse puede ser la solución mágica de todos sus problemas.
Jóvenes embaucados por promesas de trabajo o de éxito inmediato que son arrastrados hacia situaciones inciertas por adultos sin escrúpulos.
Ancianos afectados por esas enfermedades mentales que les arrebatan la lucidez necesaria para mantener la independencia de sus familiares y se pierden a plena luz del día.
Niños que son arrebatados a sus familias, por extraños con las peores intenciones o incluso por su propio padre o madre por disconformidad con resoluciones legales y a los que se pierde la pista como si se los hubiera tragado la tierra.
Es un hecho que la mayor parte de las desapariciones de personas adultas son voluntarias y motivadas por los más variados motivos y razones; una inmensa mayoría son localizados y regresan a sus lugares de origen; los hay que no desean ser encontrados o bien deciden mantenerse lejos rompiendo los lazos familiares pero acabando al menos con la angustia y la incertidumbre de quienes preocupados por su repentina ausencia acudieron a los cuerpos policiales para denunciar su desaparición.
En el caso de los ancianos, en su mayoría, confusos y desorientados, acaban siendo localizados y devueltos a sus familiares.
Entre los adolescentes, algunos dan por terminada su “aventura” cuando son conscientes de su incapacidad para valerse por sí mismos, cuando se aplaca su rabia por las situaciones puntuales o cuando alguien los descubre tratando de pasar desapercibidos muy lejos de su entorno y lo comunica a las autoridades.
Lamentablemente, en algunos de los casos de niños, adolescentes, ancianos, hombres o mujeres de cualquier edad, la búsqueda termina con el peor de los finales posibles; la localización de sus cuerpos puede ocasionar el mayor dolor, pero al menos pone fin a la desesperación, al desasosiego y la angustia de no saber dónde están.
Policía, Guardia Civil y el resto de cuerpos policiales de todo el país hacen un esfuerzo constante por resolver todas las situaciones; las redes sociales y la colaboración ciudadana ayudan en la medida de sus posibilidades; en ocasiones algunos éxitos son un poco obra de todos.
Hoy, cuando nuestro país celebra el día de todas las personas desaparecidas, nuestro compromiso de colaborar en todo cuanto humildemente esté en nuestras manos, sigue siendo imprescindible.