Carteras para todos
Quienes conocen las cifras exactas, nos cuentan que desde el momento mismo de la llegada de los socialistas, comunistas y populistas al actual Gobierno de España, la gigantesca estructura del ejecutivo no ha dejado de crecer.
El hecho de conformar el primer gobierno de coalición de la historia democrática de España ya llevaba aparejado un generosísimo reparto de carteras que cubría ampliamente las expectativas de las dos formaciones.
En su momento, como con los ministerios existentes no había para todos, se desdoblaron varios, dando como resultado un abanico de 22 carteras ministeriales que si bien satisfacían las exigencias de unos y otros, en la práctica creaban un “monstruo”, con apéndices perfectamente prescindibles por su luego demostrada inutilidad.
En la empresa privada, dejando al margen razones familiares y de amistad, que en menor medida facilitan el acceso de algunos allegados a puestos relevantes, se suele llevar a cabo un proceso de selección de todo el personal, desde los trabajadores básicos a los puestos intermedios y muy especialmente de quienes van a tener una relevancia vital para el buen funcionamiento y el éxito empresarial.
No sería acertado, por ejemplo, fichar como contable a un licenciado en historia del arte, ni como jefe de ventas a un sexador de pollos, ni como consejero delegado a alguien cuyas principales cualidades fueran, exclusivamente, su simpatía o su llamativa forma de bailar.
En política, donde los sueldos son pagados por los ciudadanos, parece no tenerse en cuenta el grado de preparación de quienes son designados a dedo para ocupar puestos importantes, gestionando los impuestos y tomando siempre las mejores decisiones para lograr el mejor nivel de bienestar de la inmensa mayoría de la población.
Cuando alguien no está suficientemente preparado para desempeñar la función por la que le pagan, recurre a terceros que le guían, le aconsejan y le sacan las castañas del fuego; algo a lo que no habría nada que reprochar si el propio “beneficiado” por esas ayudas repartiese el sueldo que percibe entre sus “colaboradores”.
Nos cuentan que el coste económico de la estructura de este gobierno ha aumentado un 30% desde la llegada del nuevo colchón de Pedro Sánchez Pérez-Castejón al Palacio de La Moncloa.
Batido el récord histórico de ministerios, batir el de número de asesores era pan comido y también se ha logrado.
Incluso a pesar de haber transitado por una gravísima crisis económica originada por el COVID en la que empresas, autónomos, trabajadores y ciudadanos en general han sufrido en carne propia las consecuencias, el número de asesores y cargos de confianza, todos ellos designados “digitalmente” no ha dejado de crecer.
Según datos oficiales de la Intervención General de la Administración del Estado (IGAE) a 30 de noviembre de 2021, el coste de esa marabunta de elegidos a dedo, personal considerado eventual, había superado ya, en once meses, los 55 millones de euros.
Y al parecer su número no ha dejado de crecer desde entonces; a finales de 2021 superaban los 1.500, ¡CUATROCIENTOS SESENTA MÁS! que en el último gobierno de Mariano Rajoy.
La nueva crisis originada por la invasión de Ucrania por el ejército de Putin tampoco ha reducido tan gigantesca maraña.
¡Cuidado con los asesores!, ¡están por todas partes!, no vayamos a pisar a alguno de ellos o involuntariamente, creyendo que son moscas, derribemos a alguno de ellos de un manotazo.
Y no desesperemos, a este ritmo, puede llegar el día en que tengamos carteras para todos.