Por la libertad, por el periodismo libre

La France c’est la deuxieme patrie de tous les citoyens du monde. Todo el mundo comprende la frase anterior. Después de su país, toda persona tiene como hogar a Francia. Francia es el origen de las libertades tal y como ahora las entendemos.

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Tierra de acogida, de albergue, de abrazo fraterno, donde se ha forjado  y cultivado el pensamiento y la cultura occidental durante los tres últimos siglos. Donde el extranjero, el fugitivo, el represaliado, el apátrida, el emigrante, el sin techo, el perseguido tienen cobijo, tierra fraterna y receptiva. Todos debemos a la France parte del estado de bienestar que, con mayor o menor fortuna disfrutamos.  

Ni Kuwait, ni Líbano, ni Siria, estados islámicos, que fue Francia la que acogió al ayatollah Jomeini en 1978, perseguido por el sátrapa Shah Reza Palehvi. Y fue en París, sirviéndose de las libertades de la France, malgré le président Giscard d´Estaing donde Jomeini estableció el  Consejo de la Revolución Islámica que derrocaría al Shah. Y en la región de París falleció Yaser Arafat en 2004 recibido para intentar su curación. Y fue en París, en 1803, donde Simón Bolívar empezó a pergeñar en su cabeza las ideas de independencia de Venezuela y toda Sudamérica. Y en Montauban descansan los restos del presidente de la República Española Manuel Azaña, aunque sepultado con la bandera mexicana.

Y en Colliure, en la tumba de un poeta, la yerba crece a sus pies y le da sombra un ciprés, en verano. Y ahí, en esas calles de París hoy manchadas de sangre se fraguó el enciclopedismo y la revolución y las ideas que conmocionaron al mundo y donde las libertades se elevaron por encima de las religiones y de las supercherías y de las supersticiones.

Por eso duele que unos fanáticos sanguinarios y miserables, que se han beneficiado de esa tolerancia francesa asesinen a doce personas que ejercían sus derechos de libertad de expresión con el pretexto de vengar unas supuestas ofensas cometidas hacia su profeta por publicarse unas caricaturas en el semanario parisino Charlie Hebdo.

Si el mundo que con las balas de los Kalashnikov quieren imponer estos mesiánicos descerebrados es el de la intransigencia y el de la muerte bien hará occidente en defenderse de la barbarie y de la brutalidad de los asesinos yihadistas, porque tras de ellos sólo está la negritud de la intolerancia y la sangre de sus víctimas.  

Y mi agradecimiento a Stéphane Charbonnier, el director del semanario y el resto de periodistas asesinados por los terroristas, porque gracias a ellos toda nuestra sociedad es más libre y podemos pensar lo que nos dé la gana, porque como decía don Quijote la libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierran la tierra y el mar: por la libertad, así como por la honra, se puede y debe aventurar la vida.

En la foto, manifestación para evitar la expulsión de los extranjeros establecidos en Francia y sus derechos durante el 1º de mayo de 2002, en Lyon, Francia.

Texto y foto Ángel Aguado López