Material Rajoy
En la escena inicial de The Newsroom, Will McAvoy se encuentra en una ponencia universitaria en la que debate con otros colegas periodistas sobre por qué Estados Unidos es el mejor país del mundo. Tras decir un par de cosas baladíes como un político en campaña, el periodista acaba por perder los nervios.
-¿Sabes por qué a la gente no le gustan los liberales? Porque pierden. Si son tan listos ¿cómo es que pierden siempre, joder?
Algo de esta conversación a la inversa tiene la victoria de Mariano Rajoy que volvió a ser el claro vencedor de una jornada electoral en la que hubo tiempo para pedir la cabeza hasta de los ujieres del Congreso.
Sin embargo con Mariano no pasa eso. Si Shakespeare decía que los hombres estamos hechos del mismo material del que se tejen los sueños, Mariano Rajoy estaría hecho del mismo material del que se hacen las cajas negras de los aviones.
Le ha valido una repetición de elecciones para verse reforzado y más líder e incluso para decir que se enfrenta desde el balcón de Génova al discurso más difícil de su vida. Quizá lo más difícil le venga ahora, sí, que es convencer a aquellos que miran por la mirilla del birlibirloque político naranjero que no es quién para gobernar España.
A raíz del Brexit comentaba el propio Mariano que a él no le gustaban los referéndums porque dividían a los países. España sin embargo se encuentra dividida bajo un pensamiento en binario que supone ser del Partido Popular o estar contra él. Incluso los futuros y posibles socios de Gobierno que cambiaron sus siglas catalanas al castellano, pidieron y seguirán pidiendo la cabeza de Rajoy a cambio de un acuerdo que roce la mayoría absoluta.
En este caso a Rivera le sería aplicable aquella frase de José María Pemán quien aseguraba que los demócratas son por extensión los dueños de las democracias y cuando quieren, cogen la democracia y se la llevan como un carrito con ruedas y allí se queda uno como cuando la novia le dice que no.
Mariano sin embargo no está solo y la coraza le ha aumentado en 14 escaños, buena parte de ellos logrados al partido de Albert cuya pérdida se encuentra motivada en su acercamiento de juego de pies con Pedro Sánchez algo que, la fidelidad del votante de centro derecha no perdona ni perdonará.
Existe entre la izquierda española un gusto por el agit prop que tuvo su culmen en el 15-M y que se puso en liza en multitud de manifestaciones y que ahora ha tomado forma de agitación propagandística por el método de las nuevas tecnologías. De ahí que siempre que las votaciones se realizan por Internet los ganadores sean del lado de la izquierda.
Sin embargo la democracia orgánica es otra cosa y consiste en levantarse de la cama, desconectar el ordenador y acudir a la mesa con la papeleta de turno y el DNI. Esa fidelidad es clarividente y el otro día, alguien que fue mesa en unas elecciones me contaba cómo las primeras urnas, llenadas con el ansia demócrata del despertador, daban una mayoría absolutísima al PP que iba invirtiendo la teoría a medida que el día avanzaba. Y es que el Partido Popular vive de una fidelidad casi romántica como quien ama a una mujer o a un equipo de fútbol. Por mucho daño que se les haga, al fin y al cabo siempre guardan los buenos momentos como cuando fueron campeones o aquel viaje de novios.
En eso siempre venció Rajoy que ha sido construido con nitruro de boro ante espionajes, corrupciones, sobresueldos, incomparecencias y dedos que le señalan como culpable del imperdonable delito de vencer.