Editorial CN 105
O San Juanin o San Juanon
En el editorial del mes pasado hablábamos de lo poco que llovía, y de los problemas que ello aparejaba, por lo anormal que es que en la Comunidad de Madrid no se produzcan precipitaciones en forma de agua o nieve en los inviernos de la última década. Y no solamente en el centro peninsular sino que en otras zonas más áridas y secas los problemas pasan de graves a autenticas tragedias
Desde la AEMET, (Agencia Estatal de Meteorología), nos intentaban explicar que esa falta de agua se debía a varios factores, pero parece ser que el motivo más razonable, es “que vivimos un periodo anticiclónico continuo, con presencia constante de altas presiones y que forman un anticiclón de bloqueo continuo capaz de permanecer varias semanas sobre una misma región y eso provoca un tiempo más estable, ausencia casi total de precipitaciones con cielos poco nubosos, bancos de niebla de madrugada, ambiente frío nocturno y templado o caluroso de día”. Pues bien a eso le llaman Subsidencia, que viene a ser el fenómeno que provoca un descenso de aire desde niveles medios o altos de la atmósfera hasta la superficie de la Tierra.
Así que aparte de la ausencia de lluvias y la escasez de agua en pantanos y embalses, se le sumaba el calor tan inusual que estaba haciendo para esta época del año y que cualquier mínimo atisbo de tormentas o nevadas era una utopía.
Pues bien, no querías caldo, toma dos tazas. Y es que haciendo caso a la máxima de que España es un país de contrastes, de tener que lavarnos con gaseosa hace menos de un mes, ahora tenemos que salir a comprar el pan con raquetas de nieve, ir al trabajo detrás de la máquina quitanieves y palear a diario la nieve de la puerta para poder salir a la calle; y es que estas ultima semanas España ha recibido toda esa agua y la nieve que no llegaba en meses, pero de golpe, y lo que antes eran secarrales secos y yermos por el calor, ahora son verdaderas lagunas generadas como consecuencia de las intensas lluvias que han provocado inundaciones en algunas áreas, poniendo de relieve la vulnerabilidad de determinadas zonas ante estos eventos climáticos tan extremos, que ha servido para recordar el poder de la naturaleza y la crudeza de sus consecuencias en nuestra rutina diaria.
Aunque si bien podemos recordar aquello de que ‘nunca llueve a gusto de todos’, deberemos de considerar que con independencia de la necesidad que tiene el humano de acceder al agua, la nieve por muy mal que nos siente tener que aceptar los problemas que conlleva una copiosa nevada en las ciudades poco acostumbradas a ella, es garantía de abastecimiento de agua en época estival. Por otro lado hay miles de personas y cientos de empresas que viven de ella, por lo tanto no solamente es necesaria para su consumo, sino también para la subsistencia de familias y negocios. Las estaciones de esquí y todo lo que depende de ello, como el ocio de montaña, turismo, gastronomía, restauración, establecimientos hoteleros y un gran mercado accesorio al que les es vital la nieve para poder existir. Las intensas nevadas que han caído recientemente en España y en buena parte de Europa ha desafiado la vida diaria de millones de personas con las ciudades cubiertas de un manto blanco con grandes espesores, algunos incluso sobrepasando los 3 m como así ha sido en el Pirineo de Huesca, las calles de las ciudades se han transformado en ríos blancos y casi ningún rincón de España ha escapado a la impactante belleza y a veces a la cruda realidad de estas condiciones climáticas extremas. Las nevadas, esta vez han sido particularmente intensas y han puesto a prueba los sistemas de emergencia y seguridad desencadenando una serie de desafíos logísticos y de seguridad en ciudades y zonas de montaña.
Ha habido carreteras cortadas, zonas de acceso cerradas, barcos amarrados por el fuerte oleaje, vuelos cancelados y vías férreas bloqueadas por la nieve y todo esto ha afectado de manera muy seria a la movilidad de personas y ha motivado importantes retrasos en el transporte que han supuesto un gran esfuerzo para los servicios de emergencia y rescate que han reconducido la situación a base de esfuerzo y muchas horas de trabajo, y que merecen reconocimiento, ya que han trabajado incansablemente para garantizar la seguridad y devolver la normalidad a las ciudades en tiempo record.
Pero la pregunta que hay que hacerse ahora, es si esto es normal o a partir de ahora vamos a tener que salir a la calle con chubasquero y bañador, botas de agua y sombrero o estos fenómenos climáticos han llegado para quedarse. Es vital reflexionar sobre su significado más amplio ya que el poder de la naturaleza nos recuerda constantemente nuestra dependencia de los recursos naturales. Este episodio debería servir como una llamada de atención para redoblar los esfuerzos en la lucha contra el cambio climático y en la adaptación a sus efectos inevitables, ya que a pesar de todos los modernos avances tecnológicos y sistemas de información de meteorología y prevención de fenómenos naturales, somos vulnerables ante las fuerzas de la naturaleza y cada poco tiempo las nevadas, las lluvias o las olas de calor nos lo recuerdan. La cuestión es que como España es diferente nos quedamos con nuestro leitmotiv, o San Juanin o San Juanon.