No se sorprendan

Se asignó una página en la Historia de España por sacar los restos de un dictador que había fallecido en la cama de un hospital, hace ahora casi 48 años, al que las nuevas generaciones ni siquiera conocían pero no será por eso.

Lo hará por haber asaltado sin rubor las instituciones, haberse asociado con pro etarras, perdonado a golpistas y finalmente, para poder seguir sentado en la butaca que preside el Consejo de Ministros del Gobierno de España, por haber promovido la Ley de Amnistía que borra de un plumazo el levantamiento de un gobierno regional contra el orden constitucional establecido.

El mismo y sus decisiones son jaleados a diario por el coro de adoradores y adoratrices, abducidos por la palabrería de un socialista transfigurado en “líder supremo”; un grupo cada vez más amplio con el que se ha ido rodeando.

Todos ellos, mujeres y hombres, eternamente agradecidos por los puestos que tuvo a bien concederles, se han convertido en su “guardia pretoriana”, su “castillo”, su real método de resistencia y, a la vista está, incapaces de alzar la voz o contrariarle por aquello de “salir o no salir en la foto”.

Ese coro, perfectamente orquestado sigue aireando sus proclamas “urbi et orbi” en el convencimiento de que para los ciudadanos, el más burdo argumentario, repetido mil veces, acabará convirtiéndose en un “dogma”.

Perdió las elecciones del 23 de julio pero nunca ha estado dispuesto a admitirlo y empeñado en mantener el puesto a cualquier precio, sin escrúpulos, anteponiendo la ambición personal a la dignidad del puesto, desde ese mismo día ha dedicado sus mayores esfuerzos para lograr los apoyos necesarios, sin importarle NADA más.

La hemeroteca le ha estado recordando todos sus “cambios de opinión”, sus más flagrantes incumplimientos de palabra en asuntos importantes, alguno de ellos tan reciente como la amnistía, de la que renegó solemnemente en vísperas de las últimas elecciones.

Quien ya era considerado el más vulgar “Pinocho”, ha pasado a ser el nuevo “Judas” traidor que a cambio de SIETE votos antiespañoles ha enviado OCHO veces a uno de sus “subordinados”, número tres del PSOE, para arrastrarse ante un prófugo de la justicia española y lograr el objetivo de la investidura.

Demasiados viajes… es de esperar, al menos, que tanto los gastos del viaje de la sonriente “dama rubia de los sumandos”, como los ocasionados por las visitas del socialista a Puigdemont hayan sido costeados por sus partidos y no aplicados a las arcas del Estado.

Crece la indignación general e incluso en algunos miembros del socialismo nacional a medida que se va conociendo el coste de SU investidura y proliferan las voces que califican de auténtica INFAMIA su empeño en poner en marcha su “ley de alivio penal” que en la práctica es una AMNISTÍA de amplio alcance, que no sólo deja “inmaculados” a los políticos golpistas, sino que incluso perdona a grupos que están a la espera de juicio por hechos calificados de terrorismo.

Crece por la ruptura de la igualdad que consagra la Constitución entre los ciudadanos de toda España, al ceder tanto en asuntos políticos como económicos y favorecer descaradamente a la comunidad autónoma de Cataluña, con el único fin personal de seguir residiendo en el Palacio de La Moncloa.

Confiemos en que el poder judicial, teóricamente independiente, del Estado, ahora  “tomado” por personas vinculadas estrechamente al socialismo, hagan escrupulosamente su trabajo y corten las alas a quien hoy vuela a su antojo y compra voluntades con los recursos de todos para satisfacer su necesidad.

En sus manos está impedir que España tenga un presidente arrodillado ante un minoritario grupo de separatistas, soñadores de repúblicas independientes, que libres de castigo volverán a intentarlo de nuevo, ahora sabiendo que no habrá consecuencias.

Y no se sorprendan si el “iluminado” que dice actuar “en el nombre y por el interés de España”, auto coronado “emperador” de todas las naciones que él ve en la ÚNICA existente, acaba concediendo un ministerio a su perra Turca.