¿Cuál es el problema?
Que nadie me juzgue por lo que voy a decir sin antes terminar de leer. Lo he reflexionado mucho, os lo sirvo en frío. Ni el hombre encaramado en la valla de Melilla, ni la mujer violada en Almería son el problema. Estas situaciones son solo uno de los cientos de los resultados del problema. Y, ¿cuál es el problema? Esa es la cuestión. Las malas hierbas no pueden ser podadas, deben ser cortadas de raíz; como los problemas, que han de ser tratados en su origen.
El problema se llama preponderancia europea y del hombre blanco. El problema se llama machismo y sociedad patriarcal. Este mundo está hecho por y para varones ricos y blancos; y ese es el problema.
La palabra avalancha refiriéndose a una barca toy es una contradicción en sí misma y una cortina de humo de manual.En las facultades de periodismo nos enseñan las 6 W´s que siempre ha de responder una noticia; las W´s se refieren al término anglosajón que denomina a las cuestiones: ¿Qué? ¿Cómo? ¿Quién? ¿Dónde? ¿Cuándo? , y ¿Por qué? Sin embargo en estas noticias no encuentro la respuesta a esta última pregunta. Sólo un porqué consustancial y superficial. No el gran PORQUÉ.
A estas noticias yo las titularía de una manera muy clara «Seres humanos llegan a las costas españolas en barcas de juguete empujados por la pobreza que en sus países creamos los países (que nos creemos) desarrollados«. Sé que para ser un titular me ha quedado largo, pero aunque el periodismo de hoy en día se haya pasado al formato twitter, la verdad no entiende de caracteres. Y la verdad es que Europa dividió África con regla, repartiéndose el pastel, uniendo y desuniendo la tierra a su antojo para después abandonarlo a su suerte; no sin antes asegurarse de convertir este gran continente en su despensa de materias primas, su surtidor de mano de obra barata y su comprador de armas. Que mientras están en guerra (por culpa de unas fronteras impuestas por Europa), no molestan.
Y después se nos llenará la boca e hincharemos el pecho hablando del dinero destinado a cooperación, olvidándonos que en muchas ocasiones la deuda que cobramos a estos países es mayor que el dinero que les llega. Como dijo el oyente de un programa de radio en el que colaboro «No hace falta que me deis, simplemente no me robéis«.