Editorial 95 – Autónomos, gladiadores del S .XXIEditorial 95 –
En España desde que se tienen datos fehacientes, siempre ha existido una larga tradición de trabajar para uno mismo, lo que hoy se conoce como autoempleo, es decir que muchos emprendedores, trabajadores, o visionarios deciden crear su propio empresa o negocio. Si bien, en sus inicios, eran agricultores de sus propias tierras, artesanos de talleres de distintos tipos y actividades profesionales, lo cierto es que no había carencias de orfebres, albañiles, zapateros, panaderos, herreros o fruteros por pequeño que fuese el pueblo, pedanía o municipio, todos trabajaban. Algo que por el desarrollo social, las nuevas tecnologías y la creación de nuevos empleos más técnicos y funcionales, han ido relegando a un submercado a los oficios de siempre. Y no nos referimos a profesiones que han desaparecido por la natural evolución social, es decir obviamente ya no existe la figura del colchonero, que vareaba la lana del colchón de la abuela, o el cobrador de la luz que pasaba el recibo a domicilio, o el afilador con su sonido característico, no. Nos referimos a que ya no se encuentra fácilmente un zapatero remendón, ya no existen las tiendas de barrio en las que se reparaba cualquier tipo de electrodoméstico como una televisión, la plancha, una aspiradora o la tostadora de pan, tampoco quedan los ‘manitas’ que reparaban casi todo por un bajo presupuesto porque casi todo se reparaba o mejor dicho tenia reparación. Ahora llamar al fontanero que repare un grifo, es misión casi imposible, dada la escasez de profesionales que operan en el sector. Un pintor te puede dar fecha a seis meses vista y así un largo etcétera.
Actualmente la gran mayoría de los españoles que intentan trabajar por cuenta propia lo hacen en los sectores de la construcción, el comercio, la restauración, la agricultura o en el turismo del medio
rural. Aparte de los autodidactas que se dedican al coaching en varios sectores, aquí también se incluyen las nuevas incorporaciones de los modernos ‘influencers, youtubers’ y demás semiprofesiones que acaban en ‘ers’ y que algunos de ellos viven muy bien en Andorra, Bermudas, Gibraltar, Isla de Man, Bahréin y demás países que les trae sin cuidado, la eficiencia en la lucha contra el fraude, la evasión fiscal y el blanqueo de capitales.
En los últimos años también ha crecido el número de profesionales independientes, sin duda por necesidad de mantenerse en el mercado de trabajo, como son los diseñadores de páginas web, gestores de redes sociales, traductores, arquitectos, periodistas, abogados, contables, o asesores, lo que se denominan profesiones liberales que subsisten haciendo de todo un poco.
La cuestión que en España existen de forma legal cerca de 3.5 millones de trabajadores autónomos o por cuenta propia que pagan sus impuestos, realizan sus declaraciones fiscales, pagan religiosamente el IVA; aunque si es cierto que esta cifra hay que matizarla un poco, ya que solo algo más de 2 millones de autónomos son personas físicas individuales.
No entraremos en el capítulo de la ingente cantidad de economía sumergida que subsiste ya que es incontrolable, en cualquier sector, actividad y en segundos empleos a tiempo parcial. Centrándonos en los autónomos legales que madrugan a diario para poder abrir su negocio, arrancar su coche o abrir su taller. Uno de los relatos que corren con mayor frecuencia en torno a los autónomos es la dificultad que tienen para acceder a ciertas protecciones sociales que ciertamente no son muchas, aunque con los últimos acuerdos entre las asociaciones de autónomos y el ministro Escrivá y su sistema de cotización de los autónomos, que mucho se nos hace que sea el retorico pretexto que emplea con un afán recaudatorio que ahogaría aun mas todavía la maltrecha economía de los autónomos, ya que no es comprensible que se contemple la subida a partir del umbral de los 40.000 euros para un autónomo, que tiene que pagar impuestos, y demás obligaciones para poder mantener a flote su negocio y no ahogarse en créditos y deudas. Pero veamos algo positivo, al menos, este acuerdo contempla el derecho a la prestación por cese transitorio de actividad. Aunque ciertamente ese cese normalmente ya es definitivo, por necesidad económica o asfixia financiera. Lo que es la cruda realidad es que en España cada mes son mas y mas los autónomos que desparecen del tejido productivo y se castiga el espíritu empresarial y emprendedor y esto está teniendo consecuencias graves en las que se pierde generaciones de empresarios, y se destruyen las ilusiones de jóvenes emprendedores.
La pandemia ha sido el fin de miles de ellos, los más perjudicados han resultado los sectores del comercio y la hostelería que ha sufrido la mayor sangría, en un año se han cerrado mas 20.000 establecimientos. Sin ayuda alguna del Gobierno que ha visto inmisericorde como miles de ellos han tenido que cerrar su negocio después de muchos años de esfuerzo y dejando en la calle a sus empleados, y familias entera se han visto en la indigencia.
Ante tan desesperada situación, mucho autónomos se han visto obligados a buscar su futuro en otros países que respeten su trabajo y puedan plantearse un futuro laboral con cierta seguridad. Este es el caso de Portugal o Francia. Estos países vecinos, han abierto el mercado para crear tejido empresarial y productivo y han optado por establecer cuotas más asequibles para los autónomos aceptando que paguen un porcentaje relativo a sus ingresos.
En el caso portugués, la cuota es la resultante de la media de los ingresos trimestrales a la que se aplica un cargo impositivo del 21% que se paga en el posterior trimestre. Sin embargo en la vecina Francia, las cuotas varían en función de la cantidad de ingresos que se perciban y el tipo de actividad que se realicen, si bien los autónomos pagan entre un 12% y un 18% de sus ingresos anuales en actividades comerciales, o para quien realice actividades liberales, aunque estas precisan una acreditación y cualificación profesional. También existe una categoría específica para micros emprendedores, pero ésta requiere unas limitaciones en sus ingresos.
En Holanda los autónomos tienen una cuota fija de 50 euros, independientemente de su volumen de negocio. En Alemania e Italia no existe una cuota para los trabajadores autónomos ya que los empleados por cuenta propia contribuyen al estado a través de los pagos directos que realizan del impuesto sobre la renta. Como opina mi buen amigo Luis, excelente empresario y mejor persona, “Somos Gladiadores, amigo y nos crecemos en la batalla”, yo estoy empezando a pensar querido Luis, que me voy a ir quitando. En Portugal y Francia, los autónomos están exentos de cuotas durante el primer año de actividad