Junio – Los libros de texto no entienden de ideologías ni doctrinas
Una vez más salta a la palestra el contenido que se debe mostrar en los libros de texto, como si la formación y la cultura fuera moneda de cambio del ministro de turno con fines políticos, partidistas o de doctrina. Debe ser que ya no sirven los libros de texto en los que se han formado millones de españoles y en los que se aprendía sin ningún resquemor político ni tinte ideológico, quien fue Hernán Cortés, cuales son los principales ríos de España, qué sistemas montañosos vertebran el territorio nacional, o si el paramecio zapatilla era de un determinado color. Las matemáticas solo eran pura aritmética y nos enseñaban a hacer operaciones sin tener que usar una calculadora pero si nos dejaban usar los dedos, existían libros de caligrafía para todos igual, en los que se aprendía a manejar una correcta ortografía y a utilizar los acentos y demás signos ortográficos de un modo natural, sencillo y sin aberraciones literales ni esos excéntricos lenguajes inclusivos. La Historia que contaban aquellos libros era la que realmente había pasado y no la que pretenden descontextualizar algunos docentes con fines lucrativos, interesados, partidistas o sencillamente vengativos por que los hechos no ocurrieron como a ellos les hubiera gustado. Es muy fácil adoctrinar de forma torticera y sin ningún remordimiento a un alumno de 10 años explicándole que Guzmán el Bueno era muy malo, o por ejemplo que Francisco de Pizarro masacró Perú y que era de Huelva, en vez de Trujillo, por que dado el caso, fuera de sumo interés para el votante andaluz, pero no importa, porque lo que realmente interesa es que ese estudiante joven piense como tu quieres.
Estos ‘nuevos libros de texto’ reproducen de un modo absolutamente partidario e indisimulado la ideología que quiere inculcar el Gobierno de turno, persiguiendo el objetivo de convertir a los alumnos en verdaderos activistas del pensamiento -(del suyo)- que emana de su ideología en vez de formarles en valores y aprender la realidad de estudiantes en plena formación académica.
La LOMLOE, o lo que viene siendo la nueva norma educativa más conocida como ley Celaá, que en principio debiera de servir para proporcionar una educación de calidad para todos, mejorar los resultados educativos del alumno e incrementar las oportunidades técnicas y formativas, es justo todo lo contrario ya que sus fines principales aportan una información contradictoria, sesgada y opuesta al texto que debería de servir como ejemplo y línea a seguir y no pretender pasar al siguiente curso con varios suspensos, intentar aprobar al mayor número de alumnos sin importar el esfuerzo o los resultados académicos, favorecer a los mas vagos en detrimento de los que se esfuerzan, etc. En resumen una ley promovida desde el más rancio sectarismo y aprobada a medio pelo sin el consenso general que habría sido exigible en un asunto de tanta importancia.
Según profesores, docentes y profesionales expertos de la educación mantienen su idea de que esta ley no va conseguir otra cosa más que el agravamiento del problema existente que arrastra este sistema de enseñanza, en el que se da carta blanca a la merma de la calidad y aporta unos paupérrimos resultados académicos. Si además a esto le sumamos que determinado nuevo sector de la política entiende la educación básica como un instrumento más de adoctrinamiento en la educación y no como una herramienta imprescindible para la buena formación académica de las nuevas generaciones de ciudadanos que busca la excelencia en competencias profesionales y en la que puedan elegir por ellos mismos, sin ser manipulados por nadie sino con un pensamiento libre, critico y propio.
Pero la realidad es muy cruda y no puede ser más claro lo que está sucediendo ya con los nuevos libros de texto. Las empresas editoriales, deben de mantener su cuota de mercado y subsistir aceptando como buena la presión de quien quiere establecer un criterio sesgado y manipulado y ya están enviando a centros escolares, aulas docentes e institutos los textos con las adaptaciones interesadas y erróneas de esta nueva pedagogía de la reforma educativa que no pretende otra cosa que la de convertir la educación en un herramienta para su beneficio político que adoctrine a los chavales a su imagen y semejanza obviando la educación en valores tales como el esfuerzo, la constancia, la excelencia o la cultura . Y es que no se puede admitir en un sociedad moderna y democrática como la española que los alumnos puedan ser adoctrinados con este tipo de libros de texto impregnados de la esencia pedagógica del Ejecutivo y envueltos en la nebulosa identidad de género, tal como ahora se constata condenándoles a aun injusto sometimiento moral y a convertirlos en ignorantes intelectuales que solo entenderán algo tan insustancial como la tan cacareada memoria democrática, la ética ciudadana o la vergonzosa asignatura de educación para la ciudadanía.