Brasil se ha de reinventar en el penúltimo peldaño hacia su nirvana
Dos colosos miden sus fuerzas en las semifinales de la Copa del Mundo 2014. En la hoja de ruta trazada por todo aficionado futbolero, todas las apuestas señalaban el Brasil-Alemania como una de las semifinales prácticamente aseguradas.
Como el fútbol sobre el papel es tan fácil como difícil sobre el césped, ambos colosos han llegado no sin sufrimiento a la penúltima ronda del Mundial. Especialmente en octavos, a ambas se les atragantó la ronda de octavos frente a Chile y Australia.
Pero Brasil pagó una factura elevada en su último choque contra Colombia. Neymar, héroe nacional y referente del equipo, sufrió una fractura de vertebra tras un choque con el colombiano Zúñiga. Obviamente el brasileño quedó descartado para lo que resta de Copa del Mundo, y ahora la pelota está en el tejado de Felipao. Toca trabajo de orfebrería táctica
Diversas opciones aparecen en el horizonte brasileño. Desde la sustitución hombre por hombre, donde tomaría fuerza la candidatura de Willian, hasta pasar por reforzar (aún más) el centro del campo brasileño. Todo con el objetivo de frenar la circulación de balón teutona.
Porque señores, en 2014, Brasil teme el juego ofensivo de Alemania, mientras los teutones temen la roca de granito que es el equipo canarinho. La división panzer alemana ha estilizado su figura hasta adaptarse a un fútbol moderno que exige de toque y velocidad. Es la adaptación futbolística de un país que siempre, en cualquier situación de su historia política o social, ha sabido reinventarse.
Mientras ,Brasil comprendió que el jogo bonito es un bonito reclamo para la multinacional deportiva por excelencia, pero no es el camino más seguro para ser hexacampeón. Y sí, también hay duelo de estilos en esta semifinal.
Hablábamos de la posible intención de Scolari de reforzar un mediocampo ante las acometidas alemanas. No erraría el tiro el preparador brasileño ya que la producción de fútbol alemana es incesante. Con la columna vertebral del Bayern de Munich, más la aportación física de un recuperado Sami Khedira y las inconstantes aportaciones de un genio aburrido de serlo como es Mesut Özil, Alemania se encuentra cómoda acumulando hombres en el centro del campo, pero sufre mucho con unas bandas carentes de profundidad debido a la baja de Marco Reus.
Si al choque de estilos, la necesidad de reiventarse de dos equipos que durante el camino a semifinales perdieron a sus, posiblemente, dos mejores jugadores, le sumamos el condimento definitivo: la pasión del combinado local, la ecuación puede ser brutal. La necesidad vital de ser campeón ante un país que necesita olvidar el Maracanazo 64 años después puede hacer estallar un choque ya de por sí de alta tensión.
Mientras en la otra semifinal también se servirá un capítulo más en el eterno duelo entre Europa y Sudamérica, en el primer round de los 4 últimos supervivientes de Brasil 2014, 8 campeonatos mundiales se pondrán en liza. Para unos la posibilidad de proseguir el sueño de todo un país, para otros refrendar el premio de volver tras su última final de 2002 tras tres chascos consecutivos. Quizás sea la batalla más emotiva para los dos dominadores de sus continentes, pero seguro que no será la última…
Alejandro Briega