Valverde, Purito y el maillot verde
Madrid, 13 de septiembre. La Vuelta a España llegaba a su fin tras haber vivido una apasionante jornada en las montañas madrileñas. Fabio Aru se alzaba como vencedor, mientras que Joaquim Rodríguez y Rafal Majka se aupaban al segundo y tercer cajón del podio, respectivamente. Día por fin de celebración tras 20 etapas, el pelotón rueda a una velocidad mucho menor, señal del ambiente festivo que ya respiran los afortunados que han logrado recorrer los más de 3.500 kilómetros de carrera. Sin embargo, y a pesar del código no escrito que tiene el pelotón en las grandes vueltas de tres semanas, la carrera, hasta que no llegue a la línea de meta de la Plaza de la Cibeles, no ha terminado. Las clasificaciones siguen abiertas;; la etapa, sin ir más lejos, se disputa como una más. Y es precisamente en esta jornada que el catalán Joaquim rodríguez califica como ‘de fiesta’ en la que Alejandro Valverde le arrebata el maillot verde de los puntos y se lo adjudica definitivamente a pocos kilómetros de llegar a la meta de Madrid. Según las declaraciones del corredor de Katusha, se mostró enfadado, alegando que “no es la primera vez que me lo hace” y que “luego pasa lo que pasa en los Mundiales”
Pero imaginemos ahora una supuesta caída de Fabio Aru, líder de la carrera, a pocos kilómetros de meta, con la retirada del corredor italiano, ¿habría entonces que darle como ganador aunque no haya llegado a pasar la meta? La última jornada, pese a que todos los que pertenecemos al mundillo ciclista sabemos que es una especie de paseo triunfal, no deja de ser una jornada más. Una jornada en la que, según lo establecido por el reglamento, los puntos, tiempos, diferencias y penalizaciones se aplican exactamente igual que en cualquier otra etapa. Purito alude entonces no a una cuestión reglamentaria, sino a una cuestión ética. Como si Alejandro hubiese roto esa especie de código no escrito mencionado anteriormente. Quizá haya que ver las cosas desde otra perspectiva, desde otro punto de vista. El ciclismo profesional, además de ser un deporte y levantar pasiones entre los aficionados, no deja de ser un trabajo. Un trabajo en el que, como en cualquier otro, hay contratos, marcas y sponsors que han apostado por un proyecto. Por ello creo que es de entender que a, en este caso Movistar, le guste ver como una de las referencias ciclistas a nivel internacional y que lleva su publicidad en el maillot, suba al podio de Madrid a recoger un maillot. En ciertos casos, y en mi opinión, hay que ser profesional, mirar por los intereses de tu equipo que es, al final, el que te da de comer, y no olvidar que las carreras son carreras hasta que se pase la meta. Preguntemos a LeMond y Fignon en aquel Tour de Francia de 1989. Tras más de 3200 kilómetros el norteamericano consigue aventajar a Fignon en la contrarreloj de la ultima etapa en París, ganando finalmente el Tour con 8 segundos de ventaja, la menor diferencia entre el primero y el segundo clasificado registrada en la historia de esta carrera. ¿Qué debería haber hecho LeMond? ¿Parar? A mi parecer, la carrera se termina al cruzar la meta, y la gana el que lo haga en menos tiempo. Al igual que el resto de clasificaciones las gana el que más puntos obtenga una vez finalizada la carrera. Punto y final.
Javier Hernández Blanco
Ciclista juvenil